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Biblioteca «Gonzalo de Berceo» (Burgos)

Volveré algún día

Eliseo González

La última vez que estuve en la Biblioteca Pública «Gonzalo de Berceo» fue con el malogrado Jorge Villalmanzo, impartiendo un taller literario al que, por designios del azar, solo acudió un alumno.
Eso sí, un alumno ejemplar, aprendiz de escritor. Por lo que inmediatamente renunciamos al patrón de una clase formal, convirtiendo el encuentro en una especie de intercambio de impresiones que adquirió tintes de charla. Recuerdo a aquel alumno, es más, he vuelto a verlo en distintas ocasiones, siempre en presentaciones de libros, sereno y seguro de sí mismo. Como aquel día lo estaba.
La sala olía a goma de borrar. Tras una cristalera, iba y venía una bella bibliotecaria. De hito en hito nos miraba, como si nuestras caras pudieran recordarle algo o a alguien. Solo porque tenga doce años y me guste escribir —parecía decirnos el alumno con sus ojos confiados—, no tenéis que apiadaros de mí. Lo cierto es que tal vez nos recordaba demasiado nuestros propios inicios y, por ende, nuestros torpes errores. Escribe —le aconsejaba Jorge sabiamente—, pero por escribir jamás renuncies a vivir con plenitud tu juventud. Hoy, escribiría Jorge poco antes de morir, daría cualquier cosa por escuchar de nuevo el sonido de mis pasos sobre la gravilla. Escribe.
Salvo la bibliotecaria, todo allí olía a una especie de rendición pactada. El mobiliario azul, las paredes amarillas, las mesas, los libros, las baldosas, el soso agradecimiento del alumno, su íntima convicción de ser yo.
Creo que a esa biblioteca volveré algún día, dentro de algunos años, con Jorge Villalmanzo.

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