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Sala de Préstamo de la Biblioteca «Gonzalo de Berceo» (Burgos)

Biblioteca

Eduardo Munguía

La última vez que estuve en la Biblioteca «Gonzalo de Berceo» ha sido ahora mismito. Y me ha traído al recuerdo aquellos días en que dos parejas de amigos quedábamos para vernos. Lucía y Sonia quedaban en la biblioteca para estudiar, la primera oposiciones, la segunda su carrera de Pedagogía. Cristóbal leía de vez en cuando libros relacionados con asuntos de Ética y Filosofía. No tenía un filósofo de cabecera, pero hablábamos de Savater, Victoria Camps, Adela Cortina, Luc Ferry... y de repente nos entraban ganas de comprometernos a ser unos tipos dignos.

Y por mi parte leía a personajes tan raros y curiosos como Cassirer, Mircea Eliade, James Frazer, etc. Estaba rastreando todo lo concerniente al mito, el símbolo, la emoción, lo irracional. Libros que solo pude conseguir de prestado en la Berceo. Mira por dónde un modesto poeta medieval servía de puente de conexión con la exigente vanguardia. Me dio por pensar que lo puramente humano tenía que ver con las emociones. Y en ellas es donde nos revelamos como más auténticos.

Después de nuestros trabajos nos íbamos a comer una hamburguesa al Casablanca, un bar de evidente evocación cinéfila, en pleno Gamonal. Imposible no recordar a Humphrey Bogart, el "tócala otra vez, Sam", a, Ingrid Bergman , París...

Y rematábamos la tarde en una cervecería irlandesa, dando pábulo a todo lo vivido.

Lucía y Sonia aprobaron sus estudios, Cristóbal se hizo un tío de provecho y yo sigo acudiendo a la llamada de escritores sesudos con el fin de aclarar el confuso sentido de lo humano. Mientras este se aclara necesito seguir leyendo. Y la Biblioteca «Gonzalo de Berceo» es un magnífico refugio. Lleva en pie 20 años, pero para mí es casi toda la vida.

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